domingo, 30 de septiembre de 2007

PELEANDO LA BATALLA DE LA FE

Por Alberto Valdivia Cier

Texto: 1Timoteo 6:11-19
Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mancha ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.
Aparición que a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo soberano, Rey de reyes y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible y a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. a él sea la honra y el imperio sempiterno. Amén

En la Biblia aparece continuamente escenas de guerras y conflictos. El pueblo de Israel libro muchas batallas contra los pueblos paganos que habitaban las tierras de Canaán, entre estas batallas sobresale la toma de Jericó, donde Josué con su ejercito dando vueltas alrededor de la ciudad amurallada, gritaron y las paredes se derrumbaron, tomando la ciudad con facilidad con la ayuda de Dios. La victoria de David sobre Goliat también es otra escena bíblica en la que se grafica el conflicto en la que el Pueblo de Dios se encontraba en aquellas épocas.
En el Nuevo Testamento, se describe otras batallas pero de naturaleza espiritual, como por ejemplo la tentación de Jesús en el desierto, en la que nuestro Señor tuvo que enfrentar los ataques despiadados del mismo diablo. También se describe las persecuciones a muerte, que tuvieron que enfrentar los primeros creyentes, y el Apóstol Pablo en sus cartas, muestra al cristiano vestido con una armadura espiritual listo para la guerra.
A través de estás escenas bíblicas, Dios quiere hacer evidente el conflicto espiritual que constantemente tenemos que enfrentar como Pueblo de Dios.
Nuestra guerra no es carnal ni terrenal, es una guerra espiritual, contra los poderes malignos y contra nuestra propia naturaleza pecaminosa. ¿Cómo podemos pelear esta guerra? ¿Cuál es la estrategia para vencer?

En toda guerra hay tres acciones básicas que los soldados realizan;
1. Huir del enemigo. Se diseñan uniformes de camuflaje para despistar al ejercito contrario, el objetivo es pasar desapercibido y de esa manera no ser atacados
2. Seguir una estrategia de ataque. Hay un plan diseñado previamente, acciones concretas que ayudan a asegurar la victoria
3. Pelear la batalla. Los soldados son preparados para la lucha cuerpo a cuerpo, se vuelven diestros en el uso de armas tanto ofensivas como defensivas
Es interesante descubrir que el Aposto Pablo también nos anima a utilizar estas tres estrategias de guerra para vencer en nuestros conflictos espirituales. A veces caemos fácilmente en manos del mal por no tener una estrategia de guerra, vale la pena tomar atención en estos tres principios.

1. Hay que huir del mal. Muchos caemos en el pecado porque nos exponemos demasiado a las tentaciones. Pablo decía “El que se siente firme mire que no caiga”, debemos de estar atento, cada uno sabe en que es débil, hay que evitar meternos en situaciones que alimenten nuestra carne y nuestras pasiones. A veces somos demasiados inocentes y nos entregamos fácilmente al diablo, no debemos de olvidar que el demonio es como un león rugiente que da vueltas alrededor de nosotros buscando nuestras áreas débiles para penetrar en nuestros corazones.
Recuerdo el caso de un amigo que tenía muchos problemas con el alcohol, era su gran debilidad, un día nos encontramos y me cuenta que había comenzado un gran negocio, el me explicaba que era un negocio que él “conocía muy bien”, y que le iba excelentemente, ¿Cuál es ese negocio? le pregunte, y con una sonrisa dibujado en su rostro me respondió, ¡una licorería!
A veces no solo somos inocentes sino también un poco tontos, por eso el diablo nos hace trisas. Huyamos de todo aquello que nos impulse a pecar, sobre todo si ataca nuestras propias debilidades. Los que luchan con el chisme no busquen la amistad de las “chismosas del barrio”, los que luchan con el sexo no frecuenten discotecas o lugares donde fácilmente se puede encontrar a alguien para pecar, los que luchan con el juego eviten tener dinero en el bolsillo. Huir y ocultarse es una estrategia de guerra, usemos este principio y la victoria estará de nuestro lado

2. Hay que seguir la justicia. Tenemos que tener una estrategia para destruir lo malo en nosotros, para ello hay que involucrarnos en actividades y acciones que fortalezcan la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad, debemos de buscar personas que practican este estilo de vida, y junto a ellos motivarnos a tener una vida santa. Hay quienes quieren estar limpios pero no quieren salir del basural, debemos de dejar todo estilo de vida, amistades o situaciones que no nos ayuden a desarrollar pureza y fe.
Recuerden que el campo de batalla es nuestro corazón y nuestros pensamientos, es allí donde el diablo envía sus dardos, debemos fortalecer nuestro ser interior, esa es una estrategia básica en la guerra espiritual. Hay quienes hacen muchas cosas en el día, pera la mayoría de esas actividades no edifican la vida espiritual, no aportan nada bueno a la vida del individuo. Si miras la televisión busca programas que te eleven como persona, que te transmitan valores, si sales a conversar con amigos dialoguen sobre temas que motiven tu desarrollo humano y no pierdas el tiempo en diálogos superficiales y absurdos, si vas a ver una película escoge una que tenga una buena enseñanza y no veas escenas violentas o terroríficas que lo único que va encender en ti es sentimientos negativos. Cuida tu alma, lo que ves, lo que sientes, lo que escuchas afectará para bien o para mal tu ser interior, por eso debes de involucrarte en actividades sanas y edificantes.
Hay quienes viven solo para trabajar, y no dedican ningún tiempo para desarrollarse como ser humano y como cristiano, cuidado con eso, el objetivo de la vida en la tierra es desarrollarnos como persona, y de esa manera aprender cada día a amar de verdad. El dinero, el trabajo, la familia son medios que nos deben ayudar a alcanzar esta meta, pero de ninguna manera pueden convertirse en el todo de nuestra existencia, cuando eso sucede nos debilitamos y nos volvemos presa fácil para el diablo en esta guerra espiritual que libramos a diario. Organicemos nuestro tiempo, involucrémonos en actividades que eleven nuestro espíritu y nos hagan ser mejores, verán que de esa manera seremos más fuertes interiormente.

3. Hay que pelear la buena batalla. Es inevitable la confrontación con el mal, el diablo y sus secuaces están a nuestro asecho, y es seguro que habrá algún momento que tendremos que enfrentarlo, además no hay que olvidar que la guerra no solo es contra satanás sino también contra nuestras propias debilidades carnales, por lo tanto la lucha siempre se va a dar en nuestro corazón.
Al igual que los soldados tienen que saber utilizar sus armas para la guerra, nosotros también tenemos que saber usar las armas espirituales que Dios nos ha dado para poder vencer en este conflicto.
Noten que Pablo describe a esta batalla como una batalla de fe. La fe es una de las primeras armas que debemos saber usar, alimentemos nuestra confianza y certeza en Dios, nuestros labios siempre deben de declarar la victoria de Jesús. No hay lugar para el pesimismo o negativismo, con Jesús todo lo podemos.
Muchas veces parecerá que las dificultades, las tentaciones y los fracasos son muy grandes y que es casi imposible poder enfrentarlo, pero no nos dejemos engañar, es solo apariencia, tenemos un Dios más grande que cualquier adversidad.
Para Israel los habitantes de Canaán eran gigantes, nadie podría vencerlos pero para Caleb, Josué y los que creyeron con ellos eso era posible porque Dios estaba de su lado, para Israel Goliat era invencible, nadie podía hacerle frente, pero para David ese gigante era un pecador y Dios podía derrotarlo. Hermanos enfrentemos la guerra espiritual en la que estamos con los ojos de la fe, no nos dejemos amilanar, luchemos confiados, la victoria es nuestra.
Pablo también nos exhorta a guardar la Palabra de Dios pues sabe que la escritura es clave en la batalla espiritual. La Palabra de Dios es una de las armas poderosas que tenemos a nuestra disposición, hay que saber usarla. No solo hay que escucharla y leerla, principalmente hay que guardarla. Guardar la Palabra de Dios significa que debemos permitir que las verdades de las escrituras penetren a lo más profundo de nuestras almas para que produzca cambio en nuestras vidas, no solo es escucharla sino interiorizarla hasta que llene nuestros pensamientos y nuestro corazón, cuando eso sucede nuestra fe se fortalece y nuestra conducta es influenciada por la verdad, ante eso el mal huirá de nosotros
Por último Pablo termina este párrafo con una hermosa alabanza al Señor. La alabanza es también un arma poderoso contra el mal, entre más gloria damos a nuestro Señor más libres somos, más gozo tenemos, nuestra fe se engrandece y atraemos el poder de Dios a nuestra vida. Satanás no resiste la alabanza sincera de los cristianos, alabemos y el mal huirá de nosotros.

He aquí tres principios que debemos tratar de cumplir, si lo hacemos tengan la seguridad que la victoria será nuestra. Adelante hermano, recuerden que en esta guerra no estamos solos, contamos con las fuerzas del Espíritu, busquémosle y rindamos nuestras vidas a Él.

Preguntas para profundizar

Lee Efesios 6:10-20 ¿Cómo esta compuesta la armadura del cristiano? ¿Cual de las armas es la que tú necesitas tomar? ¿Cuál es el arma de ataque más poderosa que poseemos?