jueves, 26 de junio de 2008

EL COSTO DE SEGUIR A CRISTO

Por Alberto Valdivia Cier
Texto: Mateo 10:16-33

¡Miren! Yo los envío a ustedes como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes, aunque también sencillos como palomas. Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades, los golpearán en las sinagogas y hasta los presentarán ante gobernadores y reyes por causa mía; así podrán dar testimonio de mí delante de ellos y de los paganos. Pero cuando los entreguen a las autoridades, no se preocupen ustedes por lo que han de decir o cómo han de decirlo, porque cuando les llegue el momento de hablar, Dios les dará las palabras. Pues no serán ustedes quienes hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.
“Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a sus hijos; y los hijos se volverán contra sus padres y los matarán. Todo el mundo los odiará a ustedes por causa mía; pero el que se mantenga firme hasta el fin, se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra; pues les aseguro que el Hijo del hombre vendrá antes que ustedes hayan recorrido todas las ciudades de Israel.
“Ningún discípulo es más que su maestro, y ningún criado es más que su amo. El discípulo debe conformarse con llegar a ser como su maestro, y el criado como su amo. Si al jefe de la casa lo llaman Beelzebú, ¿qué dirán de los de su familia?

Un hombre con su hijo de 10 años y su burro salen de su casa hacia el pueblo más cercano, decide sentar al niño en el burro y él seguir el trayecto a pie, de pronto pasa por allí un grupo de personas y al mirarlos comienzan a mormurar: “como es posible que ese niño, que es casi ya un joven, este tan cómodo mientras su pobre padre tiene que caminar todo el trayecto jalando al burro”, al oír el hombre esas palabras decide hacer un cambio, él se sienta en el burro y el niño va a pie jalando al animal, de pronto aparece otro grupo de personas, y al verlos comienzan a decir: “como es posible que este padre sea tan desconsiderado al dejar a su hijo, que es casi un niño, caminar todo el camino mientras él está bien sentado en el burro”, al oír esto el padre hace otro cambio, los dos se suben al burro y continúan su viaje. Al poco tiempo otro grupo de personas pasan por allí, y al mirarlos murmuran diciendo: “pobre animal, tiene que aguantar el peso de estos dos individuos, ¡son unos desalmados!”. Muy molesto, el padre no le queda otra cosa que caminar junto con su hijo y dejar al burro libre de toda carga, en ese instante pasa otro grupo de personas y al mirarlos dicen: “que gente tan tonta, teniendo un burro que los puede llevar, están haciendo todo el trayecto a pie”. El hombre estaba muy enfadado, en ese momento pasan junto a un puente y decide lanzar al burro al río para de esa manera librarse para siempre de las murmuraciones de la gente.

Como cristianos estamos expuestos a ser victimas de las criticas, murmuraciones y oposición de la gente, es parte del costo que debemos de pagar por ser seguidores de Cristo. Si el propio Señor tuvo que pasar por estos sufrimientos, cuanto más lo pasaremos nosotros. Muchas veces esta oposición será injusta y mal intencionada y vendrá de las personas más cercanas a nosotros. Ante esto podemos desesperarnos y enfadarnos como el hombre de la historia, pero si lo hacemos no logramos nada, solo arruinar nuestra vida. En este pasaje Jesús nos da algunos consejos para enfrentar correctamente la oposición de la gente.

1. Desarrollemos actitudes correctas (v. 16-18). Jesús nos manda a ser como ovejas y palomas, mansas, humildes y dóciles, pero a la vez nos dice que seamos como las serpientes, astutas y sagaces. La serpiente muestra su astucia manteniéndose distante de su victima, esperando el mejor momento para atacar. De igual manera, nosotros debemos de saber mantenernos distante de aquellas personas, que percibimos no son sinceras y mantienen actitudes oscuras. Nuestra astucia no nos puede llevar a maquinar estrategias para “atacar” o “destruir” a estas personas, sino para mantenernos alejados de ellas, de tal manera que evitemos que nos hagan demasiado daño. Muchas veces sufrimos en manos de los otros porque somos demasiados vulnerables, nos exponemos fácilmente al mal. No confiemos, ni esperemos demasiado de la gente, aprendamos a descubrir a los lobos que buscan nuestro mal y guardemos distancia y prudencia.
Recuerden que Jesús se mantuvo lejos de los fariseos y del poder político de su época, Jesús sabía con quien relacionarse y con quien no hacerlo. Si es posible, debemos evitar colocarnos al alcance de los dardos enemigos o de las manos de los que buscan nuestro mal. Por supuesto, a pesar del cuidado que tengamos, siempre las posibilidades de ser atacados por nuestra fe es muy alta, pero una actitud astuta y alerta siempre nos ayudará a disminuir las situaciones conflictivas. Jesús se libró de muchas situaciones difíciles haciendo uso de su astucia, por ejemplo cuando los fariseos le hicieron una pregunta tendenciosa con el propósito de enfrentarlo con el poder de Roma , Jesús responde diciendo; “da al Cesar lo que es del Cesar y da a Dios lo que es de Dios”, saliendo con mucha sagacidad e inteligencia de la trampa que le pusieron, claro, al final la oposición creció y Jesús fue condenado a morir, pero su actitud alerta y astuta lo libro de muchos males. Aprendamos de nuestro Señor, mantengamos una actitud humilde y mansa, pero también mantengámonos alerta para no caer fácilmente en las manos de quienes buscan nuestro mal.

2. Contestemos con el poder del Espíritu (v. 19,20). Cuando recibimos ataques e injurias nos enfrentamos a dos posibilidades, callarnos y recibir todo el mal en silencio, o defendernos de los ataques. Hay quienes responderá inmediatamente diciendo que como cristianos nos corresponde estar callados y aceptar todo el mal sobre nosotros, esta posición a mi entender no es la que el evangelio nos presenta, Jesús respondió a sus acusadores, y nos pide en este texto que nosotros también lo hagamos. Recuerden que Jesús fue golpeado por un guardia del sumo sacerdote y el respondió diciendo; “Si he hablado mal, dime en que he hablado mal, y si no he dicho nada malo ¿Por qué me pegas?”, también cuando fue arrestado por el sumo sacerdote Jesús dijo lo siguiente; “Como si yo fuera un ladrón me arrestan con espadas y palos, habiendo estado con ustedes cada día en el templo nunca me apresaron, pero claro, esta es la hora de ustedes, esto es el poder de las tinieblas” y también cuando lo quisieron apedrear por decir que él y el Padre eran uno, con mucha firmeza les dijo lo siguiente; “¿Por cual de las buenas obras que he hecho me desean apedrear?”, en todo estos ejemplos vemos claramente que Jesús no calló, se defendió, por supuesto con dignidad, amor y pureza, pero se defendió.
El problema no se resuelve con callar sino con saber responder, si nos atacan y nos injurian respondamos pero no en la carne, no tratando de pagar mal por mal, sino con la fuerza del Espíritu. Jesús nos dice aquí que el Espíritu Santo nos dará las palabras correctas para responder a cada acusación, injuria y ataque que suframos. Desechemos la ira y los insultos, eso no proviene de Dios (Santiago 1:20), busquemos, con la ayuda del Señor, las palabras correctas que traigan paz y razón en cada conflicto (Proverbios 15:1) pero no nos quedemos callados, salvo que el propio Espíritu nos impulse a callar, tratemos con amor, misericordia y la fuerza de Dios de demostrar el error de los demás y de defender nuestra verdad.

3. No desmayemos, confiemos en el cuidado de Dios (v. 21-31). En estos versículos Jesús describe con total honestidad los terribles sufrimientos que nos tocará experimentar por ser seguidores suyos. Jesús anuncia aquí que las familias se pueden dividir por causa de él, pues los que no creen en Jesús atacarán a los que creen y en algunos casos no dudarán en traicionarlos o entregarlos a los perseguidores, esto ha sucedido infinidad de veces en la historia del cristianismo, y sigue sucediendo hoy en día, por ejemplo en países musulmanes o budistas, donde tener un hijo o pariente cristiano es la vergüenza más grande, y muchas veces no dudan en entregarlos a la cárcel o incluso llevarlos a la muerte. En el mundo occidental también se da este tipo de oposición, de una manera diferente pero también dolorosa, son muchos los creyentes que sufren burlas, menosprecios, insultos y ataques de sus seres queridos que no creen en Jesús, y eso causa un terrible dolor.
Jesús nos muestra aquí, que todo este mismo sufrimiento él también lo experimentó, así que nosotros que somos sus seguidores, no podemos pretender librarnos de este dolor, todo lo contrario debemos de considerar un privilegio sufrir como él sufrió.
Jesús nos anima a no tener temor, pues él es nuestro defensor. Dios se interesa tanto por nosotros que tiene contado todos los cabellos de nuestra cabeza, si él cuida de las aves es lógico pensar que también cuidará de nosotros.
Jesús nos dice que no tengamos miedo, ni siquiera a la muerte, ni a los que quieren matarnos, pues para nosotros el morir es ganancia, pues morir es encontrarnos con Cristo.
Así que hermanos, en medio de la oposición y lo ataques debemos aprender a mantenernos firmes en Jesús, poniendo toda nuestra confianza en él que es nuestro protector, pues nada nos podrá alejar de su amor. Ni la vida, ni la muerte, ni el hambre, ni la desnudez, ni siquiera el mismo diablo nos puede alejar de Dios.

4. No neguemos a Dios a pesar de la oposición, ni con nuestros labios, ni con nuestros actos (v. 32-33). El problema que tenemos los cristianos hoy en día es que vivimos tratando de agradar a los demás, buscamos directa o indirectamente ser reconocidos por los otros. Nos importa mucho no dar una imagen de intolerantes, ni tampoco parecer fuera de “época” ante los ojos de la sociedad. En este mundo globalizado deseamos mostrar una cara moderna y actual de la fe, todo eso esta bien, pero el problema está que muchas veces para alcanzar este objetivo dejamos de lado nuestras convicciones cristianas y la verdad de Dios. Tratamos de evitar ser perseguidos y menospreciados por nuestra fe, entonces buscamos adaptarnos al mundo, para encontrar algún reconocimiento y aceptación, esto lo hacemos sin darnos cuenta, es casi imperceptible, pero las consecuencias son nefastas.
Esta es una manera de negar a Jesús, de dejar de lado sus enseñanzas y los valores del reino. Jesús nos dice en estos versículos que si lo negamos delante de los hombres él también nos negará delante del Padre, pero si lo reconocemos delante de los hombres, él también nos reconocerá delante del Padre. Negamos a Jesús no solo cuando decimos con nuestros labios que no creemos en él, también lo negamos cuando nuestra conducta no manifiesta a Cristo, podemos decir que creemos en Jesús pero si no vivimos de acuerdo a él y a su Palabra entonces lo estamos negando. ¿De que vale decir que creemos en Jesús pero practicamos el soborno, la mentira, el abuso? Este tipo de negación es la peor, pues no solo negamos con nuestros hechos a Jesús sino que nos volvemos hipócritas y falsos. Por lo menos los que niegan con sus mentes y sus labios a Jesús y son coherentes con esa convicción, se muestran más honestos y trasparentes, pero el creyente que dice amar a Dios y con sus actos niega ese amor, se hace doblemente culpable.
Hay una hermosa promesa para aquellos que mantienen sus convicciones cristianas hasta el fin, el Señor nos reconocerá públicamente delante del Padre y todo la creación celestial. Jesús hablando de esto, contó una parábola en la que presenta el momento preciso en que los creyentes victoriosos entran a la presencia de Dios y son reconocidos como Hijos, dice la parábola que el Señor les dirá en aquel día; “Hiciste bien, siervo bueno y fiel, en lo poco has sido fiel, te pondré a cargo de mucho más, ven a compartir la felicidad de tu Señor” (Mateo 25:21). Vivamos de tal manera que podamos al final de todo, recibir este reconocimiento público de Dios, que podamos alegrar el corazón de nuestro Padre y también alegrar nuestro propio corazón por toda la eternidad.

Enfrentemos la oposición con valor, y dignidad, no claudiquemos, ni retrocedamos jamás, Dios es nuestra ayuda y nuestro refugio, encontremos en él las fuerzas que nos faltan y luchemos hasta el fin la buena batalla, y él nos hará más que vencedores en Cristo Jesús. Amén

jueves, 24 de abril de 2008

COMO EXPERIMENTAR LA PRESENCIA DE DIOS

Por Alberto Valdivia Cier


Texto: Salmo 27:4-6

Solo una cosa he pedido al Señor, solo una cosa deseo: estar en el templo del Señor todos los días de mi vida, para adorarlo en su templo y contemplar su hermosura. Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo; bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca! Entonces podré levantar la cabeza por encima de mis enemigos; entonces podré ofrecer sacrificios en el templo, y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.



La Biblia enseña con mucha claridad que Dios está en todas partes, que él se encuentra en el último rincón del mundo así como en la parte más íntima de nuestro ser. Sin embargo eso no quiere decir que todos los seres humanos sienten, experimentan o perciben a Dios en sus vidas, la mayoría de ellos viven como si Dios no existiera, pues no son capaces de experimentarlo. Pero en el momento en que la persona se encuentra con Dios entonces Dios se hace real y experimental en su vida, a eso la Biblia llama PRESENCIA DE DIOS. En otras palabras, presencia de Dios es la manifestación de Dios hacia los hombres que le buscan de verdad.
Esa manifestación o presencia de Dios no es una experiencia visible o audible de Dios, más bien es una seguridad o certeza de que Él está a nuestro lado amándonos y cuidándonos.
¿Por qué es importante su presencia?, porque su presencia nos trae la paz y la felicidad para nuestras almas (Ex 33:14) y sin su presencia no podemos hacer nada (Ex 33:15)
Veamos que debemos de hacer para poder experimentar su santa presencia:

1. HAY QUE DESEAR LA PRESENCIA DE DIOS

"Solo una cosa he pedido al Señor, solo una cosa deseo: estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida" (Sal 27:4a)

Lo primero que hay que tener es un deseo sincero y profundo de experimentar de su presencia. Hay muchos que asisten a la iglesia, o hacen oraciones sin tener un anhelo sincero por Dios. Algunos buscan a Dios no porque lo desean a él sino porque desean las cosas de Él.
Antes que le pidamos otra cosa comencemos pidiéndole que se manifieste en nuestra vida, como David lo hacía aquí cuando decía Una cosa he demandado (he pedido) al Señor. Experimentar su presencia debe de ser el principal pedido que le hagamos a Dios, el deseo que debe invadir nuestro corazón.
Buscar la presencia de Dios debe de convertirse también en la meta de nuestra vida, (David se propuso buscarla). Nos planteamos metas financieras, familiares, personales pero muy pocas veces nos planteamos metas espirituales. Esta debe de ser la principal meta de tu vida.
Por último debemos anhelar su presencia Todos lo días de la vida. Es un asunto de continuidad y perseverancia, no debe ser algo que deseemos un día, sino todos los días.
Si nos planteamos como meta buscar su presencia todos los días de nuestra vida y le pedimos a Dios que nos dé su presencia, estaremos sinceramente anhelando su presencia y por lo tanto estaremos cerca de experimentarla

2. HAY QUE CENTRAR NUESTRA ATENCIÓN EN DIOS

"para adorarlo en su templo y contemplar su hermosura" (Sal 27:4b)

Luego de desear su presencia debemos también centrar nuestra atención en Dios mismo. Si es su presencia la que anhelamos entonces debemos de poner toda nuestra atención en su ser. Hay quienes dicen que buscan a Dios pero en realidad lo que están buscando es un favor de Dios.
Contemplar significa “fijar la mirada en algo”, es olvidarte de los demás y de ti mismo y concentrarte en Dios en una actitud de quietud y calma (Sal 141:8). Pablo admiró a Dios camino a Damasco, Pedro admiro a Jesús el día de la pesca milagrosa, Esteban admiró a Dios mientras era apedreado, Juan admiró a Jesús cuando se le presento para revelarle el Apocalipsis, Tomas admiro a Jesús cuando toco sus llagas, etc.
Hay que centrarnos en la persona y carácter de Dios, en una actitud de admiración y adoración. Olvidémonos por unos momentos de nuestra necesidad y en nosotros mismos, y centrémonos en la belleza de nuestro Dios.
Dios es totalmente admirable; Él es santo, puro, perfecto, sublime, poderoso, grandioso, infinito, inmenso, inmensurable, eterno, inmutable, justo, soberano, misericordioso, clemente, compasivo, amoroso, perdonador, consolador, paciente, fiel, etc. Hay tanto porque admirarlo y adorarlo ¿Por qué no lo hacemos?
Inquirir en su templo. Una forma preciosa de admirar y contemplar a Dios es por medio de su Palabra, ella nos revela el carácter de nuestro Señor. Por eso debemos de inquirir, examinar su santa Palabra pues ella también es un medio para llevarnos a su santa presencia. La iglesia ayuda a los buscadores de Dios a entender mejor la escritura.

3. HAY QUE ESPERAR LA BENDICIÓN DE DIOS

“Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo;bajo su sombra me protegerá. ¡Me pondrá a salvo sobre una roca!. Entonces podré levantar la cabeza
por encima de mis enemigos" (Sal 27:5,6a)


Si buscamos a Dios en primer lugar tengan por seguro que luego Él nos lo demás (Mt 6:33). Al estar en su presencia recibimos bendición de Dios, pues de su presencia emana bondad, amor, paz, gozo, poder, fortaleza, etc. lo cual llega directamente a nuestras vidas
Debemos de esperar grandes cosas de Dios. Debemos mantenernos en expectativa de lo que Él hará por nosotros. David menciona algunas de las cosas que Él nos puede dar.
Lo primero que Dios nos puede dar al tener un encuentro con Él, es la ayuda en los momentos de dificultad. Nos puede dar consuelo, protección y fortaleza espiritual.
Nos puede hacer conocer más de su persona, de lo íntimo de su ser, de tal manera que podamos salir más llenos de Él.
Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos. Nos puede levantar espiritualmente, dándonos fuerza, victoria, libertad espiritual y autoridad sobre nuestros enemigos. El pecado es nuestro enemigo, el diablo también, Dios nos puede dar victoria sobre ellos

4. HAY QUE ENTREGAR NUESTRAS VIDAS A DIOS

“entonces podré ofrecer sacrificios en el templo, y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor" (Sal 27:6b)

Todo lo que hemos visto hasta ahora tiene que ver con las actitudes que debemos de tener para poder experimentar la presencia de Dios en nuestra vida, pero hasta ahora no hemos visto el acto concreto que nos lleva a la misma presencia de Dios.
David aquí termina diciendo que él sacrificaría y alabaría a Dios. Sacrificar simboliza la entregar de una vida. Es nuestra vida la que debemos de rendir a los pies del Señor. Debemos de rendirnos a Dios con gozo y alabanza pues Él es nuestro dueño y Señor. Debemos de morir a nuestro yo para que Él viva en nosotros como Pablo lo decía en Gal 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí”

Amigo, usted debe de entregarse a Jesús hoy mismo, reconociendo que usted es pecador y reconociendo que Jesús es el salvador de su vida, entonces todo ese anhelo y expectativa que usted tiene por la presencia de Dios se volverá una experiencia en su vida, y disfrutará de la paz y el amor de Dios en su corazón.
Hermano, usted debe rendir más de su vida a Jesús para que pueda experimentar más de santa presencia. No se conforme con lo que tiene de Dios, él desea estar más cerca de usted.

sábado, 1 de marzo de 2008

¿POR QUÉ ES NECESARIO LA JUSTIFICACIÓN?

Por Alberto Valdivia Cier

Texto: Romanos 5:12-21

"Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron. Antes que hubiera ley, ya había pecado en el mundo; aunque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. Sin embargo, desde el tiempo de Adán hasta el de Moisés, la muerte reinó sobre los que pecaron, aunque el pecado de estos no consistió en desobedecer un mandato, como hizo Adán, el cual fue figura de aquel que había de venir.
Pero el delito de Adán no puede compararse con el don que Dios nos ha dado. Pues por el delito de un solo hombre, muchos murieron; pero el don que Dios nos ha dado gratuitamente por medio de un solo hombre, Jesucristo, es mucho mayor y en bien de muchos. El pecado de un solo hombre no puede compararse con el don de Dios, pues por un solo pecado vino la condenación; pero el don de Dios, a partir de muchos pecados, hace justos a los hombres. Pues si la muerte reinó como resultado del delito de un solo hombre, con mayor razón aquellos a quienes Dios, en su gran bondad y gratuitamente, hace justos, reinarán en la nueva vida mediante un solo hombre, Jesucristo.
Y así como el delito de Adán puso bajo condenación a todos los hombres, así también el acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres para que tengan vida. Es decir, que por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron hechos pecadores; pero, de la misma manera, por la obediencia de un solo hombre, muchos serán hechos justos.
La ley se añadió para que aumentara el pecado; pero cuando el pecado aumentó, Dios se mostró aún más bondadoso. Y así como el pecado reinó trayendo la muerte, así también la bondad de Dios reinó haciéndonos justos y dándonos vida eterna mediante nuestro Señor" Jesucristo.



Cuando estaba en el colegio muchas veces por motivos de enfermedad tuve que faltar, entonces mis padres enviaban una carta al colegio explicando el motivo de mi falta, ellos aceptaban la explicación y colocaban en el registro de asistencia el sello "falta justificada". Yo tenía una falta real pero no era contada como tal porque había sido perdonada.
De este ejemplo podemos deducir que Justificación es el acto por el cual somos perdonados de una falta cometida, de tal forma que se nos declara sin culpa, limpios y justos sin merecerlo.
La escritura declara con toda claridad que Jesús nos ha justificado, eso quiere decir que él nos ha declarado justo, limpio de todo mal, aunque realmente somos culpables, y es gracias a este acto de justificación que podemos encontrar ahora la paz con Dios (Romanos 5:1).
Pero ¿Cuál es la falta que hemos cometido todos los hombres que ha generado la necesidad de ser justificados?, ¿Qué cosa terrible hay en nosotros que se hace necesario ese acto de justificación para poder restaurar nuestra relación con Dios?. Pablo responde a estas preguntas de la siguiente forma:
Necesitamos ser justificados porque somos pecadores (v.12-13) Para que exista la justificación es necesario que exista previamente una falta, ¿Cuál es la falta cometida por el hombre que empuja a Dios a venir a nuestra ayuda para justificarnos?. Pablo en el v.12 de este texto nos muestra que la falta del hombre es el pecado, y que este mal entró a la humanidad a través de Adán. Siendo el hombre una criatura que se reproduce genéticamente (a diferencia de los ángeles que son creados individualmente), el mal que penetró en Adán y Eva se propagó a todos los hombres, de tal manera que en Adán todos nos contaminamos.
Pecado significa "errar el blanco", es tomar el camino equivocado, es dejar a Dios para ir en pos del mal, eso fue lo que hizo nuestros primeros padres, y a partir de ese momento el mal penetra en nosotros y aparece esta inclinación que la Biblia llama concupiscencia, y que nos impulsa a seguir lo malo. Este es pues nuestro gran problema.
Todos nacemos con la naturaleza pecaminosa en nuestras vidas, es decir el pecado original, pero luego esa inclinación termina venciendo nuestra débil resistencia y nos lleva a cometer actos pecaminosos, a eso se llama pecado personal, por lo tanto somos pecadores por naturaleza y también por nuestras propias acciones.
El pecado produce muerte y condenación (v. 14) ¿Qué produce el pecado en el hombre?. El pecado produce muerte, y muerte significa separación, es decir que el pecado primeramente nos separa de Dios, luego nos separa de la creación, también de nuestros semejantes, de nosotros mismos y finalmente separa nuestro cuerpo de nuestras almas (a esto llamamos muerte física). El pecado ha originado un reino de muerte en nuestro planeta, todo esta dividido, fragmentado, y deteriorado, es necesario la "reconciliación" con Dios para que todo sea restablecido.
Pero además el pecado produce también condenación, pues el mal que el hombre comete debe ser juzgado por un Dios justo y equitativo, quien tiene el deber de establecer la equidad en el universo entero. ¿Creen que no es justo que se juzgue todas las violaciones, asesinatos, destrucción de la naturaleza, e infinidad de aberraciones que los hombres han hecho por miles de años?, por supuesto que es justo y necesario, para mantener el principio de justicia en el universo entero. Por lo tanto el hombre esta en peligro de ser condenado eternamente, por eso necesita ser liberado urgentemente del mal y ser justificado de tan inmensas faltas.
Jesucristo es el único que nos puede justificar (v.15-21) ¿Qué plan ha establecido Dios para liberar al hombre de su triste condición?, ha enviado a Jesucristo a justificar nuestras faltas y librarnos de la condenación. Jesús es como un segundo Adán, mientras que por el primer Adán el pecado y el mal entraron a todos los hombres, por el segundo Adán vino la gracia y el perdón de Dios a toda la humanidad.
Era necesario que otro hombre perfecto sea el que nos liberara de nuestra condición caída, Jesús es ese hombre perfecto. El primer Adán fue tentado en el huerto del Edén y cayó, el segundo Adán fue tentado en el desierto y venció. Por uno solo entro todo el mal y por otro entró todo el bien, por la desobediencia de uno todos nos volvimos transgresores pero ahora por la obediencia de otro todos somos declarados justos.
En este hermoso paralelo que describe Pablo entre Adán y Jesús queda claramente definido la justicia de Dios, Él no nos ha querido dejar en nuestra condición de pecado, ha querido librarnos de nuestro mal, de tal manera que nadie puede quejarse ante Dios diciendo "Señor, no es justo que por el error de uno todos estemos sufriendo" pues el Señor responderá, "Hijo, eso ya ha sido compensado, pues ahora sin merecerlo, por la justicia de otro tú puedes ser justificado y perdonado, no tienes nada de que quejarte, si por uno el pecado entró en ti, ahora también por uno la justicia puede entrar en ti".
No hicimos nada para recibir la naturaleza pecadora en nosotros, lo recibimos solo por el hecho de estar "unidos" a Adán, ahora de igual forma, no haremos nada para recibir la justificación y perdón de nuestros males sino solamente estar "unidos" a Jesús, nuestro segundo Adán. En este principio se ve claramente la justicia de Dios y su inmensa misericordia para con nosotros.
Jesús es nuestro liberador perfecto, porque es un hombre total, que tienen una naturaleza humana completa pero en estado de inocencia, el pecado no penetró en él, fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre y especialmente el día de su bautismo, por eso tiene una justicia propia y como representante nuestro, toma nuestro lugar y muere por nuestro pecado ganando el perdón para nosotros. Además Jesús es Dios, tiene la naturaleza divida en su segunda persona, el Hijo, esa condición hace que su sacrificio sea absolutamente puro y perfecto, por eso decimos que Jesús es el único que nos puede justificar.
Con Adán estabamos en el reino de muerte, bajo el gobierno de Satanás, pero ahora con Jesucristo hemos sido trasladado al reino de luz y vida, al reino de la gracia.
¿Qué aplicaciones prácticas puede tener estas verdades espirituales?
Primeramente estas verdades nos tienen que llevar a humillarnos ante Jesús, reconociendo que solo unidos a él podremos vencer nuestra condición de pecado y recibir perdón, también debe de llevarnos a agradecer al Señor eternamente por Jesús, nuestro salvador, quien es el que nos libera de todo mal. Por otro lado, siempre debemos de tener presente que a pesar de lo grande de nuestro pecado, con Jesucristo siempre habrá la oportunidad de ser perdonado y volver a comenzar. Alabemos al Señor por habernos dado un salvador y habernos justificado de nuestra terrible condición de pecador