Por Alberto Valdivia
Sermón dominical
Texto: San Lucas 19:29-40
Jesús entra a Jerusalén y es honrado y glorificado como Rey y Señor, fue un momento maravilloso en la que sus seguidores expresaron su fe y nos dejaron una lección de cómo debemos de someternos al señorío de Cristo. Aceptar a Cristo como Rey demanda de nosotros el cumplimiento de ciertos principios, veamos algunos de ellos:
Hay que preparar el camino para que Jesús pase por nuestras vidas (28-35). Los discípulos tuvieron que traer el burrito y preparar la entrada de Jesús a Jerusalén, de esa misma manera nosotros tenemos que preparar nuestros corazones para que el Señor pase por nuestras vidas bendiciéndonos. El burrito es símbolo de humildad, y precisamente Dios está buscando humildad en nosotros para poder manifestarse en nuestras vidas
Hay que poner todo lo que somos y tenemos a sus pies (v.36). El manto era una prenda de gran valor para los hombres de la época, era lo único que le servía para protegerse del sol durante el día y de abrigo durante la noche, ellos al ponerlo a los pies de Cristo estaban simbolizando su entrega y sometimiento total al Señor. Entreguemos nuestras vidas a Dios, pongamos lo más valioso que tenemos, aquellos que nos da seguridad bajo sus pies.
Hay que glorificarle y alabarle con sinceridad y entusiasmo (v.37). Los discípulos se llenaron de entusiasmo y comenzaron a alabar a Cristo por todos los milagros y bendiciones que habían recibido. Su alabanza no fue solo emocional, sino el resultado de haber visto de cerca el poder de Jesús. Solo cuando lo conocemos lo podemos adorar de verdad. No solo es un asunto de abrir nuestros labios, es necesario que cada uno de nosotros estemos entregando nuestro corazón a Dios, experimentar más de su presencia y así alabarle de verdad.
Que nosotros también podamos dar a Jesús la exaltación que recibió al entrar a Jerusalén, entreguemos nuestros corazones y nuestras vidas para Él
sábado, 27 de marzo de 2010
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