sábado, 1 de marzo de 2008

¿POR QUÉ ES NECESARIO LA JUSTIFICACIÓN?

Por Alberto Valdivia Cier

Texto: Romanos 5:12-21

"Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron. Antes que hubiera ley, ya había pecado en el mundo; aunque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. Sin embargo, desde el tiempo de Adán hasta el de Moisés, la muerte reinó sobre los que pecaron, aunque el pecado de estos no consistió en desobedecer un mandato, como hizo Adán, el cual fue figura de aquel que había de venir.
Pero el delito de Adán no puede compararse con el don que Dios nos ha dado. Pues por el delito de un solo hombre, muchos murieron; pero el don que Dios nos ha dado gratuitamente por medio de un solo hombre, Jesucristo, es mucho mayor y en bien de muchos. El pecado de un solo hombre no puede compararse con el don de Dios, pues por un solo pecado vino la condenación; pero el don de Dios, a partir de muchos pecados, hace justos a los hombres. Pues si la muerte reinó como resultado del delito de un solo hombre, con mayor razón aquellos a quienes Dios, en su gran bondad y gratuitamente, hace justos, reinarán en la nueva vida mediante un solo hombre, Jesucristo.
Y así como el delito de Adán puso bajo condenación a todos los hombres, así también el acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres para que tengan vida. Es decir, que por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron hechos pecadores; pero, de la misma manera, por la obediencia de un solo hombre, muchos serán hechos justos.
La ley se añadió para que aumentara el pecado; pero cuando el pecado aumentó, Dios se mostró aún más bondadoso. Y así como el pecado reinó trayendo la muerte, así también la bondad de Dios reinó haciéndonos justos y dándonos vida eterna mediante nuestro Señor" Jesucristo.



Cuando estaba en el colegio muchas veces por motivos de enfermedad tuve que faltar, entonces mis padres enviaban una carta al colegio explicando el motivo de mi falta, ellos aceptaban la explicación y colocaban en el registro de asistencia el sello "falta justificada". Yo tenía una falta real pero no era contada como tal porque había sido perdonada.
De este ejemplo podemos deducir que Justificación es el acto por el cual somos perdonados de una falta cometida, de tal forma que se nos declara sin culpa, limpios y justos sin merecerlo.
La escritura declara con toda claridad que Jesús nos ha justificado, eso quiere decir que él nos ha declarado justo, limpio de todo mal, aunque realmente somos culpables, y es gracias a este acto de justificación que podemos encontrar ahora la paz con Dios (Romanos 5:1).
Pero ¿Cuál es la falta que hemos cometido todos los hombres que ha generado la necesidad de ser justificados?, ¿Qué cosa terrible hay en nosotros que se hace necesario ese acto de justificación para poder restaurar nuestra relación con Dios?. Pablo responde a estas preguntas de la siguiente forma:
Necesitamos ser justificados porque somos pecadores (v.12-13) Para que exista la justificación es necesario que exista previamente una falta, ¿Cuál es la falta cometida por el hombre que empuja a Dios a venir a nuestra ayuda para justificarnos?. Pablo en el v.12 de este texto nos muestra que la falta del hombre es el pecado, y que este mal entró a la humanidad a través de Adán. Siendo el hombre una criatura que se reproduce genéticamente (a diferencia de los ángeles que son creados individualmente), el mal que penetró en Adán y Eva se propagó a todos los hombres, de tal manera que en Adán todos nos contaminamos.
Pecado significa "errar el blanco", es tomar el camino equivocado, es dejar a Dios para ir en pos del mal, eso fue lo que hizo nuestros primeros padres, y a partir de ese momento el mal penetra en nosotros y aparece esta inclinación que la Biblia llama concupiscencia, y que nos impulsa a seguir lo malo. Este es pues nuestro gran problema.
Todos nacemos con la naturaleza pecaminosa en nuestras vidas, es decir el pecado original, pero luego esa inclinación termina venciendo nuestra débil resistencia y nos lleva a cometer actos pecaminosos, a eso se llama pecado personal, por lo tanto somos pecadores por naturaleza y también por nuestras propias acciones.
El pecado produce muerte y condenación (v. 14) ¿Qué produce el pecado en el hombre?. El pecado produce muerte, y muerte significa separación, es decir que el pecado primeramente nos separa de Dios, luego nos separa de la creación, también de nuestros semejantes, de nosotros mismos y finalmente separa nuestro cuerpo de nuestras almas (a esto llamamos muerte física). El pecado ha originado un reino de muerte en nuestro planeta, todo esta dividido, fragmentado, y deteriorado, es necesario la "reconciliación" con Dios para que todo sea restablecido.
Pero además el pecado produce también condenación, pues el mal que el hombre comete debe ser juzgado por un Dios justo y equitativo, quien tiene el deber de establecer la equidad en el universo entero. ¿Creen que no es justo que se juzgue todas las violaciones, asesinatos, destrucción de la naturaleza, e infinidad de aberraciones que los hombres han hecho por miles de años?, por supuesto que es justo y necesario, para mantener el principio de justicia en el universo entero. Por lo tanto el hombre esta en peligro de ser condenado eternamente, por eso necesita ser liberado urgentemente del mal y ser justificado de tan inmensas faltas.
Jesucristo es el único que nos puede justificar (v.15-21) ¿Qué plan ha establecido Dios para liberar al hombre de su triste condición?, ha enviado a Jesucristo a justificar nuestras faltas y librarnos de la condenación. Jesús es como un segundo Adán, mientras que por el primer Adán el pecado y el mal entraron a todos los hombres, por el segundo Adán vino la gracia y el perdón de Dios a toda la humanidad.
Era necesario que otro hombre perfecto sea el que nos liberara de nuestra condición caída, Jesús es ese hombre perfecto. El primer Adán fue tentado en el huerto del Edén y cayó, el segundo Adán fue tentado en el desierto y venció. Por uno solo entro todo el mal y por otro entró todo el bien, por la desobediencia de uno todos nos volvimos transgresores pero ahora por la obediencia de otro todos somos declarados justos.
En este hermoso paralelo que describe Pablo entre Adán y Jesús queda claramente definido la justicia de Dios, Él no nos ha querido dejar en nuestra condición de pecado, ha querido librarnos de nuestro mal, de tal manera que nadie puede quejarse ante Dios diciendo "Señor, no es justo que por el error de uno todos estemos sufriendo" pues el Señor responderá, "Hijo, eso ya ha sido compensado, pues ahora sin merecerlo, por la justicia de otro tú puedes ser justificado y perdonado, no tienes nada de que quejarte, si por uno el pecado entró en ti, ahora también por uno la justicia puede entrar en ti".
No hicimos nada para recibir la naturaleza pecadora en nosotros, lo recibimos solo por el hecho de estar "unidos" a Adán, ahora de igual forma, no haremos nada para recibir la justificación y perdón de nuestros males sino solamente estar "unidos" a Jesús, nuestro segundo Adán. En este principio se ve claramente la justicia de Dios y su inmensa misericordia para con nosotros.
Jesús es nuestro liberador perfecto, porque es un hombre total, que tienen una naturaleza humana completa pero en estado de inocencia, el pecado no penetró en él, fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre y especialmente el día de su bautismo, por eso tiene una justicia propia y como representante nuestro, toma nuestro lugar y muere por nuestro pecado ganando el perdón para nosotros. Además Jesús es Dios, tiene la naturaleza divida en su segunda persona, el Hijo, esa condición hace que su sacrificio sea absolutamente puro y perfecto, por eso decimos que Jesús es el único que nos puede justificar.
Con Adán estabamos en el reino de muerte, bajo el gobierno de Satanás, pero ahora con Jesucristo hemos sido trasladado al reino de luz y vida, al reino de la gracia.
¿Qué aplicaciones prácticas puede tener estas verdades espirituales?
Primeramente estas verdades nos tienen que llevar a humillarnos ante Jesús, reconociendo que solo unidos a él podremos vencer nuestra condición de pecado y recibir perdón, también debe de llevarnos a agradecer al Señor eternamente por Jesús, nuestro salvador, quien es el que nos libera de todo mal. Por otro lado, siempre debemos de tener presente que a pesar de lo grande de nuestro pecado, con Jesucristo siempre habrá la oportunidad de ser perdonado y volver a comenzar. Alabemos al Señor por habernos dado un salvador y habernos justificado de nuestra terrible condición de pecador