domingo, 11 de abril de 2010

CRISTO GLORIFICADO

Por Alberto Valdivia
Sermón dominical

Texto: Apocalipsis 1:9-19

Este texto hace una descripción espectacular de la apariencia física de Cristo glorificado. Se nos describe aquí la apariencia actual de Cristo en el cielo. Esta visión de Cristo nos enseña muchísimo sobre su persona y su actuar a favor nuestro.

Jesús está en medio de la iglesia (v.12, 13a). Los siete candelabros simbolizan las iglesias (v.20) y en medio de ellas está Jesús. Cristo está con nosotros, camina con nosotros en nuestras luchas y alegrías, podemos siempre contar con su presencia.

Jesús es Rey y Señor (v.13b). Se describe a Jesús vestido como un Rey. Él reina en el cielo, en la tierra y sobre todo lo creado, pero también debe de reinar en nuestro corazón.

Jesús todo lo sabe (v.14). Su cabello blanco nos habla de su sabiduría. Sus ojos de fuego nos muestra su capacidad de verlo todo, aún el lugar más oculto y oscuro de nuestro corazón. Nada podemos ocultarle, por ello debemos de confesar nuestras culpas y poner en él nuestras cargas.

Jesús es todopoderoso (v.15). Sus pies como de bronce y su voz como el estruendo de muchas aguas simbolizan su extraordinario poder. Sus pies son poderosos porque puede sostener nuestra debilidad y por ello debemos de refugiarnos siempre en Él. Su voz tiene poder y autoridad por eso debemos de escucharla y someternos a ella.

Jesús es Juez del universo (v.16a). Las siete estrellas simbolizan los mensajeros de las iglesias (v.20), es decir los pastores y líderes de las iglesias. La espada de doble filo simboliza la Palabra de Dios. Jesús tiene en sus manos a los pastores porque los usa como instrumentos, y los protege, pero también porque los puede “aplastar” si son infieles a su palabra. La Palabra de Dios tiene doble filo porque nos bendice si la obedecemos pero nos juzga si la desobedecemos.

Jesús tiene toda la gloria (v.16b). Cristo brilla como el sol, la luz de Cristo no solo alumbra sino santifica, es una luz que refleja su pureza y perfección. J

Juan calló como muerto a los pies del Señor, nosotros también debemos de humillarnos y adorarlo. Jesús responde con ternura, lo toca y le dice que no tenga miedo. El Señor también desea tocar tu vida y librarte de todos tus temores

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