martes, 15 de mayo de 2007

LA ALEGRÌA DE COMPARTIR


Por el Rev. Alberto Valdivia Cier


Texto: Mateo 14:13-21

Al atardecer se les acercaron sus discípulos y le dijeron: Este es un lugar apartado y ya se hace tarde. Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren algo de comer. No tienen que irse - contesto Jesús - denle ustedes mismos de comer. Ellos objetaron: no tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados. Tráiganmelo acá - les dijo Jesús. Y mandó a la gente que se sentarán sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a sus discípulos, quienes lo repartieron a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron.


En un mundo tan egoísta e individualista como el nuestro se hace cada vez más necesario que la gente aprenda el valor de compartir. Todos desean tener y recibir pero muy pocos son capaces de desprenderse de lo suyo para dárselo a los demás. Los cristianos deberíamos siempre estar dispuesto a dar, a entregar de lo nuestro a nuestro prójimo, como lo hizo nuestro Señor Jesús.
La práctica de compartir no aparece espontáneamente, es necesario que exista un proceso en la que la persona poco a poco va sensibilizándose con la necesidad del otro. En este relato en que se muestra a Jesús alimentando a cinco mil personas podemos apreciar claramente este proceso.
Para compartir debemos tener compasión por el dolor de los demás. El acto de dar es motivado no por obligación, no por guardar apariencia, sino por amor. Jesús vio a la multitud y tuvo compasión de ella, esa es la clave, darnos el tiempo de mirar a los demás y sus necesidades y no centrarnos solo en nosotros. De esa mirada surge la compasión que no es solo un sentimiento sino una identificación.
Para compartir debemos no solo pensar en el otro sino hacer algo por ellos. Los discípulos vieron la necesidad y buscaron facilitarles el camino para que cada uno trate de resolver su problema, fue un buen paso pero no el ideal, Jesús los lleva a un nivel superior de amor y le dice: denles de comer. No basta con detectar el problema en los otros, sentir tristeza y dolor e identificarse con ellos, es necesario hacer algo para aliviar sus necesidades. El amor tiene que llevarnos a la acción para que sea genuino.
Para compartir debemos de estar dispuesto a entregar lo que tenemos. Los discípulos tenían solo cinco panes y dos peces y pensaron que eso no era suficiente, ellos querían comer esa ración y no estaban dispuestos a compartirla. Jesús rompe con su egoísmo, toma los panes y los peces y lo reparte. Debemos de dar aún de lo poco que tenemos, nuestra propia carestía no es una excusa, no hay nadie tan pobre que no tenga algo para compartir. El egoísmo es el enemigo que debemos de destruir en nosotros.
Para compartir debemos creer que Dios puede usar lo que entregamos milagrosamente. Jesús hizo el milagro a base de los peces que los discípulos entregaron, él pudo aparecer el alimento de la nada, pero él decidió usar lo que ellos ofrecieron y hacer el milagro. Cada acto nuestro de amor y caridad Jesús lo usa milagrosamente a favor de los demás y lo convierte en bendición, en ese sentido nuestro compartir se convierte en un medio de bien no solo material sino también espiritual. Noten que el pan entregado tuvo un efecto multiplicador, hizo bien a uno y luego a otro y a otro, así también sucede con todo aquello que entregamos a los demás no solo hace bien a una persona sino a una cadena de personas.
Por último, el relato nos dice que todos quedaron satisfechos y contentos. El compartir es un acto de suprema alegría, hace feliz al que recibe el favor y hace feliz al que lo entrega, no hay mayor sentimiento de paz y de satisfacción que la que se produce cuando damos algo de nosotros a nuestro prójimo. No dejes de experimentar esta bendición, comparte con los demás y serás inmensamente feliz.

Oración
Señor, enséñame a entregar de lo mío y a entregarme a mí mismo a los demás


Preguntas para profundizar
1. ¿Cuáles son los obstáculos más fuertes que te impiden compartir con los demás?
2. Lee Hechos 20:35 y Efesios 4:28. ¿Aparte de proveer para los nuestros, por que otro motivo debemos de trabajar? ¿Crees que Dios nos esta planteando el compartir como un objetivo de vida? ¿Por qué?

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