Por Alberto Valdivia Cier
Sermón dominical
Texto: Filipenses 3:7-14
Para seguir a Cristo es necesario que nuestro corazón deje los apegos terrenales y los intereses del mundo y podamos poner nuestros ojos en Dios. Veamos que debemos de hacer para seguir a Cristo de esa manera.
Considerar lo terrenal como cosa de poco valor (v.7-8). Conocer a Cristo, experimentarlo en nuestras vidas, vale más que cualquier cosa en la tierra, debemos de estar dispuestos a dejar todo aquello que nos aleja de Dios. Lo terrenal, si nos aleja de Dios es una perdida y no una ganancia, pues nos priva de experimentar la verdadera felicidad, por eso Pablo lo consideraba estiércol.
Depender de Dios y no de nuestras fuerzas (v.9). No es cuestión de buscar agradar a Dios por nuestras propias fuerzas, nadie puede hacer esto, Dios tampoco nos lo pide, la única forma de poder acercarnos a Él es por medio de la fe en Cristo, quien derrama sobre nosotros su justicia y nos perfecciona para Él.
Unirnos a Cristo en su muerte (v.10-11). Es necesario entregar nuestras vidas a Cristo para que experimentemos su muerte en la cruz y sus sufrimientos y de esa manera ser libres del pecado y así experimentar en nuestros corazones las bendiciones de su resurrección. Dile a Jesús esta oración: “Señor me uno a ti en tu muerte y pongo mis pecados sobre ti, libérame Señor, deseo resucitar contigo y experimentar tu vida”.
No mirar atrás, poner nuestros ojos en Cristo (v.12-14). No hay que mirar hacia atrás, siempre habrá la tentación de volver a poner lo terrenal en el primer lugar de nuestras vidas o a vivir solo para nuestros sentimientos egoístas, debemos de detectar ese engaño y esforzarnos en el Señor a seguir adelante, poniendo nuestra mirada en Jesús, quien es nuestro premio y nuestra meta final.
lunes, 22 de marzo de 2010
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