Por Alberto Valdivia
Sermón dominical
Texto: Apocalipsis 5:6-14
La adoración que se ofrece al Señor en el cielo es esplendida y perfecta, debemos de aprender de ella para que nosotros también podamos adorar a Dios de esa manera.
¿A quien se adora en el cielo? (v.6-7). La adoración se ofrece a Jesús el Cordero de Dios sacrificado pero que está vivo y resucitado (por eso está de pie), tiene siete cuernos (símbolo de autoridad) y siete ojos (símbolo de la plenitud del Espíritu). Está rodeado de seres vivientes, que son ángeles especiales que rodean el trono de Dios (en el libro de Ezequiel se les llama querubines) y de 24 ancianos que representan a los creyentes. Jesús se manifiesta como el juez del universo, el único capaz de abrir el rollo donde se encuentra los juicios de Dios contra la humanidad. Adoremos pues a Jesús por ser nuestro Redentor, Señor y Juez del universo.
¿Cómo es adorado Jesús en el cielo? (v.8). Tanto los ángeles como los seres humanos se unen en adoración, se postran en actitud de humillación, ofrecen sus oraciones y entonan cánticos de adoración. Si no hay humillación no hay adoración, por allí hay que comenzar, luego tenemos que entregar todas nuestras cargas y preocupaciones en oración, confiando que el Señor puede librarnos de todo mal, y finalmente el canto brota de nuestros labios con sinceridad y de todo corazón. Como ven, la verdadera adoración nace primeramente de un corazón arrepentido y humillado que pone sus cargas y esperanzas en Dios, y luego se expresa a través de los labios.
¿Por qué motivo se adora a Jesús en el cielo? (v.9-14). Los seres humanos adoran a Jesús por habernos comprados de la esclavitud del pecado y del diablo y por habernos hecho, sin merecerlo, reyes y sacerdotes suyo. Los ángeles le adoran por haber recibido toda la autoridad y poder en el cielo. Todas las criaturas del universo, aún los que están debajo de la tierra (es decir el infierno), adoran a Jesús por ser el Señor. El Señor merece toda adoración, cada uno puede tener motivos particulares por que adorarle, lo importante es ofrecerle nuestro reconocimiento y gratitud por todo el amor que él nos ha dado. ¿Cuáles son tus motivos para adorar a Jesús?.
La adoración que damos a Dios en la tierra debe de hacerse bajo estos mismos principios, no debe de ser superficial ni de apariencia sino sincera y de todo corazón.
miércoles, 21 de abril de 2010
domingo, 11 de abril de 2010
CRISTO GLORIFICADO
Por Alberto Valdivia
Sermón dominical
Texto: Apocalipsis 1:9-19
Este texto hace una descripción espectacular de la apariencia física de Cristo glorificado. Se nos describe aquí la apariencia actual de Cristo en el cielo. Esta visión de Cristo nos enseña muchísimo sobre su persona y su actuar a favor nuestro.
Jesús está en medio de la iglesia (v.12, 13a). Los siete candelabros simbolizan las iglesias (v.20) y en medio de ellas está Jesús. Cristo está con nosotros, camina con nosotros en nuestras luchas y alegrías, podemos siempre contar con su presencia.
Jesús es Rey y Señor (v.13b). Se describe a Jesús vestido como un Rey. Él reina en el cielo, en la tierra y sobre todo lo creado, pero también debe de reinar en nuestro corazón.
Jesús todo lo sabe (v.14). Su cabello blanco nos habla de su sabiduría. Sus ojos de fuego nos muestra su capacidad de verlo todo, aún el lugar más oculto y oscuro de nuestro corazón. Nada podemos ocultarle, por ello debemos de confesar nuestras culpas y poner en él nuestras cargas.
Jesús es todopoderoso (v.15). Sus pies como de bronce y su voz como el estruendo de muchas aguas simbolizan su extraordinario poder. Sus pies son poderosos porque puede sostener nuestra debilidad y por ello debemos de refugiarnos siempre en Él. Su voz tiene poder y autoridad por eso debemos de escucharla y someternos a ella.
Jesús es Juez del universo (v.16a). Las siete estrellas simbolizan los mensajeros de las iglesias (v.20), es decir los pastores y líderes de las iglesias. La espada de doble filo simboliza la Palabra de Dios. Jesús tiene en sus manos a los pastores porque los usa como instrumentos, y los protege, pero también porque los puede “aplastar” si son infieles a su palabra. La Palabra de Dios tiene doble filo porque nos bendice si la obedecemos pero nos juzga si la desobedecemos.
Jesús tiene toda la gloria (v.16b). Cristo brilla como el sol, la luz de Cristo no solo alumbra sino santifica, es una luz que refleja su pureza y perfección. J
Juan calló como muerto a los pies del Señor, nosotros también debemos de humillarnos y adorarlo. Jesús responde con ternura, lo toca y le dice que no tenga miedo. El Señor también desea tocar tu vida y librarte de todos tus temores
Sermón dominical
Texto: Apocalipsis 1:9-19
Este texto hace una descripción espectacular de la apariencia física de Cristo glorificado. Se nos describe aquí la apariencia actual de Cristo en el cielo. Esta visión de Cristo nos enseña muchísimo sobre su persona y su actuar a favor nuestro.
Jesús está en medio de la iglesia (v.12, 13a). Los siete candelabros simbolizan las iglesias (v.20) y en medio de ellas está Jesús. Cristo está con nosotros, camina con nosotros en nuestras luchas y alegrías, podemos siempre contar con su presencia.
Jesús es Rey y Señor (v.13b). Se describe a Jesús vestido como un Rey. Él reina en el cielo, en la tierra y sobre todo lo creado, pero también debe de reinar en nuestro corazón.
Jesús todo lo sabe (v.14). Su cabello blanco nos habla de su sabiduría. Sus ojos de fuego nos muestra su capacidad de verlo todo, aún el lugar más oculto y oscuro de nuestro corazón. Nada podemos ocultarle, por ello debemos de confesar nuestras culpas y poner en él nuestras cargas.
Jesús es todopoderoso (v.15). Sus pies como de bronce y su voz como el estruendo de muchas aguas simbolizan su extraordinario poder. Sus pies son poderosos porque puede sostener nuestra debilidad y por ello debemos de refugiarnos siempre en Él. Su voz tiene poder y autoridad por eso debemos de escucharla y someternos a ella.
Jesús es Juez del universo (v.16a). Las siete estrellas simbolizan los mensajeros de las iglesias (v.20), es decir los pastores y líderes de las iglesias. La espada de doble filo simboliza la Palabra de Dios. Jesús tiene en sus manos a los pastores porque los usa como instrumentos, y los protege, pero también porque los puede “aplastar” si son infieles a su palabra. La Palabra de Dios tiene doble filo porque nos bendice si la obedecemos pero nos juzga si la desobedecemos.
Jesús tiene toda la gloria (v.16b). Cristo brilla como el sol, la luz de Cristo no solo alumbra sino santifica, es una luz que refleja su pureza y perfección. J
Juan calló como muerto a los pies del Señor, nosotros también debemos de humillarnos y adorarlo. Jesús responde con ternura, lo toca y le dice que no tenga miedo. El Señor también desea tocar tu vida y librarte de todos tus temores
FUERA DE CANAÁN (2da parte)
Por Alberto Valdivia
Ministerio de varones
En el Antiguo Testamento, la tierra de Canaán era el lugar donde Dios quería que vivieran los israelitas después que los libertó de la esclavitud de Egipto.
Canaán simboliza hoy el lugar donde se cumplen las promesas de Dios en nuestras vidas, el lugar donde Dios lleva el potencial de su pueblo al máximo
Los israelitas no pudieron entrar a Canaán. Fracasaron a causa de las cinco razones fundamentales que se mencionan en 1Corintios 10
En el aterior estudio bíblico vimos dos de esas razones, ahora estudiaremos las tres siguientes
La fornicación
Cuando los hombres de Israel cometieron fornicación, murieron en el desierto y nunca llegaron a ver la tierra prometida. Hoy en día los hombres siguen muriendo en el desierto al cometer pecados sexuales, perdiendo lo mejor que Dios tiene para sus vidas.
Tanto solteros como casados, jóvenes o ancianos, están sujetos a los deseos, apetitos, pasiones y tentaciones sexuales. La tentación se hace más fuerte en esta sociedad tan liberal en la que vivimos, pero Dios nos ayuda a vencer. Tenemos su Espíritu en nosotros, la oración, la Palabra y el compañerismo para vencer (leer 2Tim 2:22)
Poner a prueba a Dios
Si sabemos que ciertos actos humanos son contrarios a Dios y a pesar de ello los practicamos y no nos arrepentimos, entonces estamos “tentando”, “probando” o mejor dicho provocando a Dios para que actúe con rigor contra nosotros. Si nuestro pecado es por ignorancia, o por debilidad, y luego hay arrepentimiento y la actitud de luchar contra el mal, Dios es paciente y perdonador, pero si pecamos deliberadamente y luego no nos importa seguir en ese camino y no nos arrepentimos, la justicia de Dios actuara sobre nosotros hasta que nos arrepintamos. No provoquemos a Dios
La murmuración o queja
Los israelitas se quejaron contra Moisés, murmuraron contra él, echándole la culpa de todos sus males. Esa murmuración no fue solo contra Moisés sino contra Dios mismo, no desechaban al hombre sino a Dios quien coloco a ese hombre. Toda queja contra Dios o contra nuestros semejantes es pecado y obstaculiza nuestra vida espiritual. Siempre habrá situaciones desagradables, en la que nos encontremos insatisfechos, tengamos cuidado en utilizar nuestra lengua como instrumento de destrucción. Si hay que criticar debe de ser una crítica constructiva, hecha con humildad y amor. No veamos los obstáculos sino las soluciones.
Preguntas:
1. ¿Qué podemos hacer para vencer las tentaciones sexuales?
2. ¿Cómo podemos hacer una crítica constructiva sin caer en la queja?
Ministerio de varones
En el Antiguo Testamento, la tierra de Canaán era el lugar donde Dios quería que vivieran los israelitas después que los libertó de la esclavitud de Egipto.
Canaán simboliza hoy el lugar donde se cumplen las promesas de Dios en nuestras vidas, el lugar donde Dios lleva el potencial de su pueblo al máximo
Los israelitas no pudieron entrar a Canaán. Fracasaron a causa de las cinco razones fundamentales que se mencionan en 1Corintios 10
En el aterior estudio bíblico vimos dos de esas razones, ahora estudiaremos las tres siguientes
La fornicación
Cuando los hombres de Israel cometieron fornicación, murieron en el desierto y nunca llegaron a ver la tierra prometida. Hoy en día los hombres siguen muriendo en el desierto al cometer pecados sexuales, perdiendo lo mejor que Dios tiene para sus vidas.
Tanto solteros como casados, jóvenes o ancianos, están sujetos a los deseos, apetitos, pasiones y tentaciones sexuales. La tentación se hace más fuerte en esta sociedad tan liberal en la que vivimos, pero Dios nos ayuda a vencer. Tenemos su Espíritu en nosotros, la oración, la Palabra y el compañerismo para vencer (leer 2Tim 2:22)
Poner a prueba a Dios
Si sabemos que ciertos actos humanos son contrarios a Dios y a pesar de ello los practicamos y no nos arrepentimos, entonces estamos “tentando”, “probando” o mejor dicho provocando a Dios para que actúe con rigor contra nosotros. Si nuestro pecado es por ignorancia, o por debilidad, y luego hay arrepentimiento y la actitud de luchar contra el mal, Dios es paciente y perdonador, pero si pecamos deliberadamente y luego no nos importa seguir en ese camino y no nos arrepentimos, la justicia de Dios actuara sobre nosotros hasta que nos arrepintamos. No provoquemos a Dios
La murmuración o queja
Los israelitas se quejaron contra Moisés, murmuraron contra él, echándole la culpa de todos sus males. Esa murmuración no fue solo contra Moisés sino contra Dios mismo, no desechaban al hombre sino a Dios quien coloco a ese hombre. Toda queja contra Dios o contra nuestros semejantes es pecado y obstaculiza nuestra vida espiritual. Siempre habrá situaciones desagradables, en la que nos encontremos insatisfechos, tengamos cuidado en utilizar nuestra lengua como instrumento de destrucción. Si hay que criticar debe de ser una crítica constructiva, hecha con humildad y amor. No veamos los obstáculos sino las soluciones.
Preguntas:
1. ¿Qué podemos hacer para vencer las tentaciones sexuales?
2. ¿Cómo podemos hacer una crítica constructiva sin caer en la queja?
miércoles, 7 de abril de 2010
LOS FRUTOS DE LA RESURRECCIÓN
Por Alberto Valdivia
Sermón dominical
Texto: Colosenses 3:1-14
Cristo ha resucitado, ha vencido a la muerte y al diablo, ha pagado la deuda de pecado que todos teníamos y ha abierto el camino para que nosotros recibamos el perdón y la misericordia de Dios. ¿Qué nos toca a nosotros hacer para que los efectos de la resurrección nos alcancen?
Hay que poner nuestra atención en las cosas espirituales (v. 1-3). Busquemos las cosas de Dios, el mundo siempre nos distraerá con los afanes de la vida, pero siempre debemos de reservar nuestro corazón para Él. Debemos de considerarnos muerto para el mundo y vivos para Dios. Las cosas terrenales son pasajeras, dediquemos tiempo para buscar lo espiritual y eterno. Nuestros pies están en la tierra pero nuestra mirada en los cielos. Que nuestros recursos; tiempo, talentos, posesiones, finanzas, sean dedicados al servicio de Dios y no solo a nuestro servicio.
Hay que esperar con ansias el día en que nuestra vida se manifieste (v. 4). Nuestra vida está en Cristo y se ha manifestado en nosotros en parte. Tenemos vida espiritual, sin embargo los efectos de la muerte aún actúan en nosotros (las pasiones, la enfermedad, la muerte física, etc.), pero cuando Cristo venga en su manifestación final, la vida que ganó para nosotros en su muerte y resurrección, se manifestara plenamente en nuestras vidas. La carne, el pecado y la muerte serán destruidos totalmente y resucitaremos a nueva vida. Esta es nuestra esperanza, vivamos este tiempo con la expectativa de nuestra resurrección final.
Hay que hacer morir lo terrenal en nosotros (v. 5-14). Mientras esperamos la liberación final, somos llamados a luchar contra nuestras flaquezas, no con nuestras fuerzas sino con el poder de Dios. Reconozcamos nuestras debilidades, no nos sintamos espirituales, sino carnales, y luchemos con el mal que hay en nuestros corazones. Hagamos el ejercicio de “despojarnos” de lo malo y “revestirnos” de los bueno. Dejemos las pasiones, los pecados sexuales, los pleitos, el odio y los rencores y tomemos la humildad, el perdón y sobretodo el amor.
La resurrección de Cristo nos da vida, esperanza y victoria sobre el mal, ahora con esta seguridad de que la victoria es nuestra, nos toca luchar contra el mal que mora en nosotros
Sermón dominical
Texto: Colosenses 3:1-14
Cristo ha resucitado, ha vencido a la muerte y al diablo, ha pagado la deuda de pecado que todos teníamos y ha abierto el camino para que nosotros recibamos el perdón y la misericordia de Dios. ¿Qué nos toca a nosotros hacer para que los efectos de la resurrección nos alcancen?
Hay que poner nuestra atención en las cosas espirituales (v. 1-3). Busquemos las cosas de Dios, el mundo siempre nos distraerá con los afanes de la vida, pero siempre debemos de reservar nuestro corazón para Él. Debemos de considerarnos muerto para el mundo y vivos para Dios. Las cosas terrenales son pasajeras, dediquemos tiempo para buscar lo espiritual y eterno. Nuestros pies están en la tierra pero nuestra mirada en los cielos. Que nuestros recursos; tiempo, talentos, posesiones, finanzas, sean dedicados al servicio de Dios y no solo a nuestro servicio.
Hay que esperar con ansias el día en que nuestra vida se manifieste (v. 4). Nuestra vida está en Cristo y se ha manifestado en nosotros en parte. Tenemos vida espiritual, sin embargo los efectos de la muerte aún actúan en nosotros (las pasiones, la enfermedad, la muerte física, etc.), pero cuando Cristo venga en su manifestación final, la vida que ganó para nosotros en su muerte y resurrección, se manifestara plenamente en nuestras vidas. La carne, el pecado y la muerte serán destruidos totalmente y resucitaremos a nueva vida. Esta es nuestra esperanza, vivamos este tiempo con la expectativa de nuestra resurrección final.
Hay que hacer morir lo terrenal en nosotros (v. 5-14). Mientras esperamos la liberación final, somos llamados a luchar contra nuestras flaquezas, no con nuestras fuerzas sino con el poder de Dios. Reconozcamos nuestras debilidades, no nos sintamos espirituales, sino carnales, y luchemos con el mal que hay en nuestros corazones. Hagamos el ejercicio de “despojarnos” de lo malo y “revestirnos” de los bueno. Dejemos las pasiones, los pecados sexuales, los pleitos, el odio y los rencores y tomemos la humildad, el perdón y sobretodo el amor.
La resurrección de Cristo nos da vida, esperanza y victoria sobre el mal, ahora con esta seguridad de que la victoria es nuestra, nos toca luchar contra el mal que mora en nosotros
jueves, 1 de abril de 2010
¿QUÉ GANÓ JESÚS PARA NOSOTROS EN LA CRUZ?
Por Alberto Valdivia Cier
Sermón semana santa
En la cruz Jesús nos ha librado del pecado (Apocalipsis 1:5)
El pecado es el principal problema del hombre que afecta no solo su vida espiritual sino que también su cuerpo, su mente y cada área de su existencia. Mientras exista el pecado estaremos bajo la condenación y la ira de Dios (Romanos 1:18), pero a Dios gracias, Jesús ha venido a librarnos de este mal.
Jesús al morir en la cruz ha tomado el lugar que nos correspondía y ha llevado sobre sí toda nuestras maldades de tal forma que la ira de Dios a caído sobre él para que nosotros podamos recibir la misericordia divina. Jesús siendo justo e inocente a cargado con nuestros pecados para librarnos de la condenación y para que recibamos perdón y vida eterna (Isaías 53:4,5). Él ha preferido sufrir para que nosotros no suframos. Es esta la principal bendición que Cristo nos ha dado a través de su muerte. ¿Eres pecador? ¿Entonces porque no entregas tu vida a Jesús para que el perdón y la vida eterna que él ganó en la cruz te alcance?
En la cruz Jesús nos ha hecho cercanos a Dios (Efesios 2:13)
El pecado también nos aleja de Dios y de su bendición, pero gracias a Cristo y su muerte en la cruz ahora somos hechos cercanos a Dios, a tal punto que Él nos ha adoptado como hijos (Gálatas 4:4-5), ahora no solo somos criaturas sino hijos y herederos del Altísimo, tenemos una nueva posición y valor para Él. Esta verdad fue anunciada cuando después de la muerte de Jesús, el velo del templo que dividía el lugar santo del lugar santísimo (donde estaba la presencia del Señor) se rasgo, simbolizando con ello que gracias a la muerte de Cristo ya no existen barreras que nos alejen de la presencia de Dios (ver Mateo 27:50,51). Con Jesús tú puedes hoy mismo iniciar una relación íntima con Dios y ser considerado su hijo ¿Por qué no te rindes ante Él?
En la cruz Jesús nos ha librado de la esclavitud del diablo (Colosenses 1:13)
El hombre por ser pecador está bajo el dominio y el control de satanás, por eso es que la sociedad humana refleja un alto grado de maldad, es evidente que el hombre es esclavo del diablo. Pero Jesús ha venido para librarnos de esta esclavitud. Con su muerte en la cruz él ha despojado a las huestes satánicas, pues les ha quitado el control sobre aquellos que creen en Jesús y rinden sus vidas a él. Jesús a vencido a Satanás y sus demonios en el momento de su muerte, pues la muerte es la arma poderosa del diablo, pero Jesús al vencer a la muerte en su resurrección también venció a aquel que tenía el dominio sobre ella, pues abrió el camino para que todos aquellos que le sigan sean libres también de la muerte y tengan vida eterna (Colosenses 1:14; Hebreos 2:14). Hoy tú puedes disfrutar de la libertad espiritual que Cristo ofrece, para ello debes de entregar tu vida a Jesús para que salgas del dominio del diablo y entres al dominio divino.
En la cruz Jesús nos ha dado vida eterna (1 Juan 5:11-12)
Jesucristo nos ha dado vida eterna. Por medio de su muerte en la cruz a abierto para nosotros el camino al cielo. Ahora podemos tener la esperanza y la confianza de saber que después de la muerte nos espera un futuro de gloria al lado de nuestro Dios y salvador. Jesús nos ha comprado con su sangre para que seamos suyos por siempre (1Corintios 6:20), de tal forma que donde él este nosotros también estemos (Juan 14:3), por eso el cielo será nuestro destino final, porque le pertenecemos a Dios y somos ciudadanos de su reino (Filipenses 3:20).
Sermón semana santa
En la cruz Jesús nos ha librado del pecado (Apocalipsis 1:5)
El pecado es el principal problema del hombre que afecta no solo su vida espiritual sino que también su cuerpo, su mente y cada área de su existencia. Mientras exista el pecado estaremos bajo la condenación y la ira de Dios (Romanos 1:18), pero a Dios gracias, Jesús ha venido a librarnos de este mal.
Jesús al morir en la cruz ha tomado el lugar que nos correspondía y ha llevado sobre sí toda nuestras maldades de tal forma que la ira de Dios a caído sobre él para que nosotros podamos recibir la misericordia divina. Jesús siendo justo e inocente a cargado con nuestros pecados para librarnos de la condenación y para que recibamos perdón y vida eterna (Isaías 53:4,5). Él ha preferido sufrir para que nosotros no suframos. Es esta la principal bendición que Cristo nos ha dado a través de su muerte. ¿Eres pecador? ¿Entonces porque no entregas tu vida a Jesús para que el perdón y la vida eterna que él ganó en la cruz te alcance?
En la cruz Jesús nos ha hecho cercanos a Dios (Efesios 2:13)
El pecado también nos aleja de Dios y de su bendición, pero gracias a Cristo y su muerte en la cruz ahora somos hechos cercanos a Dios, a tal punto que Él nos ha adoptado como hijos (Gálatas 4:4-5), ahora no solo somos criaturas sino hijos y herederos del Altísimo, tenemos una nueva posición y valor para Él. Esta verdad fue anunciada cuando después de la muerte de Jesús, el velo del templo que dividía el lugar santo del lugar santísimo (donde estaba la presencia del Señor) se rasgo, simbolizando con ello que gracias a la muerte de Cristo ya no existen barreras que nos alejen de la presencia de Dios (ver Mateo 27:50,51). Con Jesús tú puedes hoy mismo iniciar una relación íntima con Dios y ser considerado su hijo ¿Por qué no te rindes ante Él?
En la cruz Jesús nos ha librado de la esclavitud del diablo (Colosenses 1:13)
El hombre por ser pecador está bajo el dominio y el control de satanás, por eso es que la sociedad humana refleja un alto grado de maldad, es evidente que el hombre es esclavo del diablo. Pero Jesús ha venido para librarnos de esta esclavitud. Con su muerte en la cruz él ha despojado a las huestes satánicas, pues les ha quitado el control sobre aquellos que creen en Jesús y rinden sus vidas a él. Jesús a vencido a Satanás y sus demonios en el momento de su muerte, pues la muerte es la arma poderosa del diablo, pero Jesús al vencer a la muerte en su resurrección también venció a aquel que tenía el dominio sobre ella, pues abrió el camino para que todos aquellos que le sigan sean libres también de la muerte y tengan vida eterna (Colosenses 1:14; Hebreos 2:14). Hoy tú puedes disfrutar de la libertad espiritual que Cristo ofrece, para ello debes de entregar tu vida a Jesús para que salgas del dominio del diablo y entres al dominio divino.
En la cruz Jesús nos ha dado vida eterna (1 Juan 5:11-12)
Jesucristo nos ha dado vida eterna. Por medio de su muerte en la cruz a abierto para nosotros el camino al cielo. Ahora podemos tener la esperanza y la confianza de saber que después de la muerte nos espera un futuro de gloria al lado de nuestro Dios y salvador. Jesús nos ha comprado con su sangre para que seamos suyos por siempre (1Corintios 6:20), de tal forma que donde él este nosotros también estemos (Juan 14:3), por eso el cielo será nuestro destino final, porque le pertenecemos a Dios y somos ciudadanos de su reino (Filipenses 3:20).
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