Sermón dominical
Texto: Gálatas 2:11-21
La ley es el conjunto de mandamientos, normas morales y ceremonias dadas por Dios para el pueblo de Israel con el propósito de que puedan cumplirlas, y de esa manera alcanzar la salvación. Sin embargo, este objetivo no se cumple en el hombre, por los siguientes motivos:
Tratar de cumplir la ley puede producir hipocresía (v.11-14). Pedro y otros discípulos trataron de agradar a quienes buscaban salvarse a sí mismo cumpliendo la ley. Pablo les muestra su error, les hace ver como al tratar de cumplir la ley lo único que producen es hipocresía, ya que al no poder cumplirla terminan creando una apariencia de pureza que no es genuina
La ley no puede salvarnos ni transformarnos (v.15-16). La ley es perfecta pero el hombre es pecador, incapaz de cumplirla y hacer lo bueno, por ello la ley no logra salvar al hombre, no porque no pueda hacerlo sino porque nosotros no podemos cumplirla. Jesús es el único que cumplió íntegramente la ley, demostrando que la ley es eficaz cuando hay santidad
La ley hace que quede en evidencia nuestro pecado (v.17). La ley nos hace concientes de lo que es malo y al tratar de huir del mal y no poder hacerlo, terminamos dándonos cuenta cuan pecadores somos; pero a la vez, la ley declara la condenación que opera en contra de quienes hacen lo malo, y al no poder evitar el mal en nosotros, esa ley termina condenándonos.
La ley no nos libera del pecado, solo la gracia que viene por Jesús (18-21). Jesús al cumplir la ley, no solo nos dejó ejemplo, sino que transfirió su justicia a nosotros cuando creímos y nos unimos a él (2Corintios 5:21), y gracias a esa justicia, Dios derramó en nosotros su gracia, la cual nos perdona y libera. También al morir en la cruz, Jesús llevó la maldición de la ley que nos correspondía llevar, librándonos de la condenación (Gálatas 3:13). La salvación viene al unirnos a Cristo por la fe, al morir al pecado y a la ley, y al entregar nuestras vidas a él.
Volver al sistema de la ley es edificar aquello que Cristo destruyo y rechazar la gracia.
Esto no significa que nosotros vivimos como mejor nos parezca, sin cumplir ningun norma, la ley que cumple hoy el cristiano es la ley del amor (Gálatas 6:2), la cual es la expresión de nuestra fe.
Los mandamientos del Antiguo Testamento son vigentes en la medida que son coincidentes con el evangelio de la gracia que se nos revela en el Nuevo Testamento, pero no cumplimos esos mandamientos como quien cumple una regla, sino por amor y con amor, que es la ley y nuevo mandamiento que Cristo nos dejó (Juan 13:34), además los cumplimos como expresión de nuestra fe y entrega a Dios, no como un medio de salvación.
Los cristianos no estamos bajo el sistema de la ley, sino bajo la gracia, pero la expresión de esa gracia que actua en nosotros consiete en agradar a Dios mostrando en nuestras vidas una conducta que este conforme a sus mandamientos. Cumplimos los mandamientos porque tenemos a Dios en nuestras vidas, y el amor que él ha derramado en nosotros nos impulsa a amarlo y amar a los demás, y eso siempre se mostrara en una conducta acorde con sus mandatos.
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