viernes, 11 de junio de 2010

LIBRES DE TRADICIONES HUMANAS

Por Alberto Valdivia Cier
Sermón dominical

Texto: Gálatas 1:11-24














Tradiciones son costumbres o creencias que un grupo humano practica de generación en generación. Por medio de ellas desarrollamos una identidad y una escala de valores como sociedad humana. Lo negativo de las tradiciones es que nos esclaviza a costumbres humanas, que por más buenas que sean, no representan la verdad, sino que muchas veces la obstaculiza.

El evangelio no es tradición de hombre sino revelación de Dios (v.11, 12). El evangelio no son creencias o ideas humanas sino el mismo pensamiento de Dios, debemos de recibirlo como tal. No es una ideologia o una tradición humana sino principios que viene directamente del cielo. Además, el evangelio no es solo una idea, es principalmente una experiencia (Pablo primero experimentó a Jesús, luego razonó el mensaje del evangelio). Recibir el evangelio es recibir a Jesús en nuestras vidas para luego comprender su mensaje. A esto Pablo le llama revelación. Revelación es el acto por el cual Jesús se muestra a nosotros, tocando nuestro corazón y mostrandonos la verdad, en cambio las tradiciones son solo costumbres humanas

El evangelio nos libera del fanatismo de las tradiciones (v.13, 14). Las tradiciones nos hacen pensar que nuestras creencias son las correctas y las de los demás están equivocadas, genera pugna y el deseo de imponer y defender nuestras ideas, y eso nos esclaviza. El evangelio no es una tradición, no debemos de imponerla ni humillar a los demás a través de ella, la proclamamos y dejamos que ella misma ilumine. El evangelio nos libera de la esclavitud del fanatismo y la intolerancia, nos lleva más bien a amar a los demás; es gracia pura, que busca unir a los hombres

El evangelio transforma, las tradiciones no cambian a nadie (v.15-24). Pablo no vio a ningún apóstol, por lo tanto no podemos decir que fue “manipulado” o “convertido” por alguien, fue el propio Cristo quien le habló al corazón y genero la transformación. El evangelio cambia el corazón, hace que dejemos el mal camino, pero no lo hace a la fuerza, toca nuestra conciencia y libremente lo aceptamos. La tradición se impone, no llega al alma, no cambia desde dentro, solo trabaja la apariencia. No hagamos del evangelio una tradición, dejemos que actúe libremente

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